miércoles, 28 de marzo de 2018

AGAMENÓN Y CLITEMNESTRA (VERSIÓN DE ROBERT GRAVES)

Egisto incitando a Clitemnestra a matar a Agamenón.  Pierre Narcise Guérin


a. Algunos dicen que Agamenón y Menelao tenían ya edad suficiente para detener a Tiestes en Delfos; otros, que cuando Egisto mató a Atreo eran todavía infantes y que su nodriza tuvo la serenidad necesaria para salvarlos. Tomándolos uno bajo cada brazo, huyó con ellos al palacio de Polifides, el vigesimocuarto rey de Sición, a instancias del cual fueron confiados luego a Éneo el etolio. Se conviene, no obstante, en que después de haber pasado algunos años en la corte de Éneo, el rey Tindáreo de Esparta les devolvió sus bienes. Marchó sobre Micenas y obligó a Tiestes, que se había refugiado en el altar de Hera, a jurar que legaría el cetro a Agamenón, como heredero de Atreo, e iría al destierro para no volver jamás. Tiestes partió inmediatamente para Citera, mientras Egisto, temiendo la venganza de Agamenón, huía al palacio del rey Cilarabes, hijo del rey argivo Esténelo. 


b. Se dice que Zeus dio poder a la casa de Éaco, sabiduría a la casa de Amitaón y riqueza a la casa de Atreo. Y ciertamente tenía riqueza: los reyes de Micenas, Corinto, Cleonas, Orneia, Aratírea, Sición, Hiperasia, Gonoesa, Pelene, Egium, Egíalo y Hélice pagaban tributo a Agamenón, tanto en la tierra como en el mar. 

c. Agamenón hizo primeramente la guerra contra Tántalo, rey de Pisa, hijo de su feo tío Bróteas, le mató en batalla, y se casó por la fuerza con su viuda Clitemestra, hija de Leda y del rey Tindáreo de Esparta. Los Dioscuros, hermanos de Clitemestra, marcharon por lo tanto sobre Micenas, pero Agamenón había acudido ya como suplicante a su benefactor Tindáreo, quien le perdonó y le permitió que se quedara con Clitemestra. Después de la muerte de los Dioscuros, Menelao se casó con su hermana Helena y Tindáreo abdicó en su favor. 

d. Clitemestra dio a Agamenón un hijo, Orestes, y tres hijas: Electra o Laódice, Ifigenia o Ifianasa, y Crisótemis; aunque algunos dicen que Ifigenia era sobrina de Clitemestra, hija de Teseo y Helena, de la que se compadeció y a la que adoptó. 

e. Cuando París, el hijo del rey Príamo de Troya, raptó a Helena y con ello provocó la guerra troyana, Agamenón y Menelao estuvieron diez años ausentes de su patria, pero Egisto no se unió a la expedición y prefirió quedarse en Argos para buscar la forma de vengarse de la Casa de Atreo. 

f. Ahora bien, Nauplio, el marido de Clímene, al no obtener satisfacción por parte de Agamenón y de los otros caudillos griegos por la lapidación de su hijo Palamedes, se alejó de Troya y recorrió la costa del Ática y el Peloponeso incitando al adulterio a las esposas solitarias de sus enemigos. Cuando Egisto se enteró de que Clitemestra figuraba entre las más ansiosas de dejarse convencer por Nauplio, se propuso no sólo hacerse su amante, sino también matar a Agamenón con su ayuda tan pronto como terminara la guerra de Troya. 

g. Hermes, enviado a Egisto por el omnisciente Zeus, le aconsejó que renunciara a su proyecto, basándose en que ón. Al principio Clitemestra rechazó sus requerimientos, porque Agamenón, informado de la visita de Nauplio a Micenas, había ordenado al bardo de su corte que la vigilara atentamente y le comunicara por escrito la menor señal de infidelidad. Pero Egisto se apoderó del viejo bardo y lo abandonó sin alimentos en una isla solitaria, donde las aves no tardaron en picotear  sus huesos. Entonces Clitemestra se entregó a los brazos de Egisto y él celebró su inesperado triunfo con holocaustos a cuando Orestes llegara a la edad viril sin duda vengaría a su padre. Pero a pesar de toda su elocuencia Hermes no pudo disuadir a Egisto, quien fue a Micenas con valiosos regalos pero odio en el corazAfrodita y regalos de tapices y oro a Ártemis, quien sentía rencor por la Casa de Atreo.

Representación en vasija de la venganza de Orestes,
hijo de Agamenón
h. Clitemestra tenía pocos motivos para amar a Agamenón, quien, después de dar muerte a su anterior marido Tántalo y al hijo recién nacido que estaba amamantando, se había casado con ella por la fuerza y luego se había marchado a una guerra que prometía no terminar nunca; también había autorizado el sacrificio de Ingenia en Áulide y —lo que para ella era aún más difícil de soportar— se decía que llevaba de vuelta a la hija de Príamo, la profetisa Casandra, como su esposa en todo menos en el nombre. Es cierto que Casandra había dado a Agamenón dos hijos mellizos: Teledamo y Pélope, pero no parece que él tratara de afrentar a Clitemestra. El informante de ésta era Éax, el hijo
sobreviviente de Nauplio, quien, para vengar la muerte de su hermano, le provocaba maliciosamente a cometer el asesinato. 

i. En consecuencia, Clitemestra conspiró con Egisto para matar a Agamenón y Casandra. Pero temiendo que llegaran inesperadamente, escribió a Agamenón una carta pidiéndole que encendiera una señal luminosa en el monte Ida cuando cayese Troya; ella, por su parte, dispuso una cadena de fuegos que transmitirían la señal hasta Argólide pasando por el cabo Hermeo en Leamos, y los montes de Athos, Macisto, Mesapio, Qterón, Egiplancto y Aracne. Apostó también un vigía en el techo del palacio de Micenas; era un fiel servidor de Agamenón que pasó un año entero agazapado como un perro, mirando hacia el monte Aracne y lleno de tristes presentimientos. Por fin, una noche oscura, el vigía vio el resplandor distante de la señal luminosa y corrió a despertar a Clitemestra. Ella celebró la noticia con sacrificios de acción de gracias, aunque, en verdad, habría deseado que el sitio de Troya durara eternamente. Egisto apostó inmediatamente a uno de sus hombres en una atalaya cerca del mar y le prometió dos talentos de oro por la primera noticia del desembarco de Agamenón. 

j. Hera había salvado a Agamenón de la violenta tormenta que destruyó muchas de las naves que regresaban a Grecia y arrastró a Menelao a Egipto; por fin un viento favorable le llevó a Nauplia. Tan pronto como desembarcó se inclinó para besar la tierra, llorando de alegría. Entretanto el vigía corrió a Micenas para recibir su gratificación y Egisto eligió veinte de los guerreros más valientes, los apostó en una emboscada dentro del palacio, mandó preparar un gran banquete y luego, montando en su carro, fue a recibir a Agamenón. 


k. Clitemestra recibió a su marido cansado por el viaje simulando que se hallaba muy contenta, hizo tender para él una alfombra de púrpura y lo condujo a la casa de baños, donde las esclavas le habían preparado un baño caliente; pero Casandra se quedó fuera del palacio, sumida en un arrobamiento profético, y se negó a entrar gritando que olía sangre y que la maldición de Tiestes pendía sobre el comedor. Cuando Agamenón se lavó y hubo sacado un pie de la bañera, dispuesto a participar en el banquete ya servido en las mesas, Clitemestra se le acercó como para envolverlo en una toalla, pero en lugar de eso le arrojó a la cabeza una prenda de malla tejida por ella misma y que no tenía aberturas para el cuello y los brazos. Y así, enredado en esa red como un pez, Agamenón pereció a manos de Egisto, quien le hirió dos veces con una espada de doble filo. Cayó hacia atrás en el baño de paredes de plata, donde Clitemestra vengó sus agravios cortándole la cabeza con un hacha. Luego corrió afuera para matar a Casandra con la misma arma, sin molestarse en cerrar los ojos y la boca de su marido, pero se limpió en su cabello la sangre que le había salpicado, para dar a entender que él mismo había sido el causante de su muerte. 

l. Una feroz batalla se libraba en el palacio entre la guardia de Agamenón y los partidarios de Egisto. Los guerreros eran muertos como cerdos para el banquete de un rico, o yacían heridos y gimiendo junto a las mesas servidas revolcándose en la sangre; pero Egisto triunfó. Afuera, la cabeza de Casandra rodó por el suelo y Egisto tuvo también la satisfacción de matar a los dos hijos mellizos que la profetisa había tenido con Agamenón; sin embargo, no consiguió deshacerse de otro de los bastardos de Agamenón, llamado Haleso o Halisco. Haleso logró escaparse y, después de andar largo tiempo errante en el destierro, fundó la ciudad italiana de Falerios y enseñó a sus habitantes los Misterios de Hera, que todavía se celebran allí a la manera argiva. 

Robert Graves, autor de Los mitos griegos
(The greek miths) (1955), compendio de narraciones
sobre mitología clásica de carácter enciclopédico.


m. Esta matanza se realizó el día 13 del mes Gamelión [enero] y, sin temor al castigo divino, Clitemestra decretó que se celebrara en ese día un festival mensual con danzas y ofrendas de ovejas a sus deidades guardianas. Algunos aplauden su resolución, pero otros sostienen que infligió una deshonra eterna a todas las mujeres, incluso a las virtuosas. También Egisto dio gracias a la diosa que le había ayudado. 

n. Los espartanos pretenden que Agamenón está enterrado en Amidas, ahora no más que una aldea, donde muestran la tumba y la estatua de Clitemestra, así como el templo y la estatua de Casandra; los habitantes incluso creen que Agamenón fue muerto allí. Pero la verdad es que la tumba de Agamenón se halla entre las ruinas de Micenas, cerca de las de su auriga, sus compañeros asesinados por Egisto y los mellizos de Casandra. 

o. Más tarde Menelao fue informado del crimen por Proteo, el profeta de Faros, y, después de ofrecer hecatombes al ánima de su hermano, construyó un cenotafio en su honor junto al río de Egipto. Cuando volvió a Esparta, ocho años después, erigió un templo a Zeus Agamenón; hay otros templos como ése en Laperse, Ática, y Clazómenas, Jonia, aunque Agamenón nunca reinó en ninguno de esos lugares.

                                                                         
(Tomado de Mitos griegos (1955) de Robert Graves)

MARTE Y VENUS EN LA RED DE LA VENGANZA (MITO)


Venus y Marte (1483) de Sandro Boticcelli
Las mujeres que rechazaban su amor terminaban siendo violadas brutalmente. Porque él perseguía ninfas con la misma furia devastadora que empleaba en batalla. Partía para la conquista amorosa como si marchase a una campaña militar: confiando en su fuerza.
Con Afrodita (Venus) fue diferente. Para obtener su amor, Ares (Marte) abandonó las actitudes brutales. Se aproximó ofreciéndole su cuerpo perfecto, como un desafío a la capacidad amorosa de la bella diosa. Le dijo palabras de afecto. La colmó de ricos presentes. La amistad entre ambos fue aumentando cada día, hasta que se dieron cuenta de que estaban enamorados. Hicieron planes y elaboraron ideas para unirse en el amor.
Mientras Hefesto (Vulcano), el deforme marido de Afrodita trabajaba la noche entera en la forja, Ares visitaba clandestinamente a la sensual amante.
Se sentían felices. Solamente una cosa podía estropear la aventura: Helios, el Sol, una divinidad a la que no le gustaban los secretos.
Ares trató de tomar todas las precauciones posibles para no ser descubierto por el Sol. Cada vez que iba al encuentro con su amada, llevaba al joven Alectrión, su confidente. Así, mientras se deleitaba en los brazos de Afrodita, el amigo vigilaba la puerta del palacio, con la misión de advertirle el momento en que comenzaba a aparecer el Sol.
Vulcano sorprende a Venus y Marte (1827)
de Alexandre Charles Guillemot
Una noche, el fiel guardián, exhausto y aburrido, se adormeció. Ares y Afrodita se amaban, mientras tanto, intensamente, olvidados de las preocupaciones.
El día amaneció claro y hermoso. El Sol despuntó y sorprendió a los amantes que dormían abrazados.
Indignado por la traición a Hefesto, Helios salió en busca del deforme herrero y le contó lo que había visto.
Hefesto dejó caer el hierro que forjaba. Sintió que las fuerzas le faltaban. Agradeció al Sol la verdad. Estaba avergonzado y humillado por el acontecimiento.
Y pensó que la fea acción no podía quedar sin venganza. Después de mucho reflexionar, el armero divino tuv
o una idea y se puso a trabajar. Con finísimos hilos de oro confeccionó una red invisible, pero tan fuerte y resistente que ningún hombre podría romperla.
Cuando terminó su obra, fue al encuentro de su esposa. Ocultando su odio y su tristeza, armó disimuladamente la red en el lecho manchado por la deshonra y dijo a Afrodita que debía ausentarse por algunos días. Sin más explicaciones, se despidió y partió.
Ares que lo espiaba todo, apenas vio alejarse a Hefesto, corrió a la casa de su amante. Sin contener su deseo, apenas vio a Afrodita le dijo: "Ven, querida, al lecho: gran placer es el amor. Hefesto está de viaje, según creo, camino Lemmos".
Se acostaron felices y no se dieron cuenta de que estaban aprisionados por la ingeniosa red que el esposo traicionado.
En ese instante, Hefesto, que había fingido alejarse, retorna y sorprende a los amantes, presos en la trama de oro.
Cupido, Venus y Marte (1490) de Piero di Cosimo
Nunca sintió tanta vergüenza y tanto odio. Parado en el umbral de la puerta, llama la atención de los otros olímpicos: "Zeus padre y todos los demás dioses bienaventurados e inmortales, venid aquí a presenciar una escena ridícula y monstruosa: por ser yo cojo, Afrodita, hija de Zeus, me cubre continuamente de deshonra; ama a Ares, el destructor, porque es hermoso y tiene las piernas derechas, mientras que yo soy defectuoso de nacimiento. Pero la culpa no es mía, sino de mis padres, que habrían hecho mejor si no me hubieran engendrado. Venid a ver este lamentable espectáculo y cómo se fueron a dormir, en brazos uno del otro, en mi propio lecho. Pero por mucho que se amen, no creo que deseen quedar así acostados. Pronto querrán levantarse, pero mi trampa, mi red, los retendrá cautivos, hasta que el padre de ella me devuelva todos los presentes que le di por su impudente hija. Hermosa es, pero no tiene decencia porque no domina sus raptos pasionales."
De no mediar Apolo, tal vez nunca habrían sido libertados los amantes. Hefesto terminó aceptando las palabras conciliadoras del dios y los soltó. Afrodita, avergonzada, se retiró a Chipre, su isla predilecta. Y Ares se fue a Tracia, para tratar de olvidar la ridícula situación sufrida en medio de los ardores de la guerra.
Pero antes de partir, castigó a su amigo Alectrión, que por olvidar su deber provocó esta situación: los transformó en gallo (en griego Alektryón: gallo), condenándolo a advertir para siempre a los hombres la salida del sol. (Versión Enciclopedia Salvat de Mitología)

lunes, 19 de marzo de 2018

CALIPSO

Odiseo y Calipso (1883)
de Arnold Böcklin
Nombre que se le da a la ninfa hija de Atlas y Pleione. Según otra versión, sería de Océano y Tetis o del Helios y Perse. Vivía en la isla de Ogigia, en una gruta profunda, cerca de un bosque sagrado con muchas fuentes y vegetación. Este habría sido mandada a este sitio en castigo por ser hija de Atlas. Pasaba el tiempo hilando y tejiendo en compañía de otras ninfas. Recibió a Odiseo cuando este naufragó. Enamorada de él, lo retuvo siete años -según la versión de Homero- y trató de hacerle olvidar a su patria y a su familia, ofreciéndole a cambio, incluso, la inmortalidad. Pero el héroe se mantuvo fiel al recuerdo de su esposa Penélope y no se dejó seducir por la oferta. Zeus se compadeció de Odiseo y envió a Hermes para que ordenara a Calipso que lo deje partir. A pesar de su dolor, ella obedeció. Le ayudó a construir una embarcación, le dio provisiones para el viaje y le indicó los astros a seguir en la navegación. Según una versión, tuvo de Odiseo un hijo llamado Latino. Según otra, habría tenido dos hijos: Nausinoo y Nausitoo. También es mencionada como madre de Ausón -de quien derivaría el tér
mino Ausonia, uno de los primeros nombres de Italia.


Calipso y Odiseo. Sir William Russell

sábado, 17 de marzo de 2018

TALOS, EL INVENCIBLE GUARDIÁN DE BRONCE (MITO)

Talos de la película Jason y los Argonautas (1963)
de Don Chaffey

"El rey Minos no quería forasteros en su isla. Tampoco veía de buen grado las recientes emigraciones de sus súbditos. En vano recomendaba a sus guardias que redoblasen la vigilancia. Los extraños seguían entrando en Creta. Y los cretenses partiendo.

Era preciso encontrar un portero incansable, invencible, casi un dios. Tal vez, el habilidoso Hefesto, dios de los herreros y de los metales, consiguiese crear en su fundición el guardián que Minos quería.
El herrero se dispuso prontamente a cumplir el pedido del rey. Le gustaba inventar artificios. Apenas Minos se alejó, Hefesto se puso a la tarea.
La obra consumía días y noches de esfuerzo y dedicación. No podía tener defecto alguno: debía ser un guardián invencible.
Al cabo de largo tiempo, Hefesto llamó al rey para entregarle el fruto de su esfuerzo: un enorme gigante de bronce. Su nombre era Talos. Este podía arrojar grandes cantidades de piedras a largas distancias. Si las piedras no bastaban, el gigante podía encender su cuerpo metálico hasta tornarlo incandescente. Entonces se lanzaba sobre el transgresor de las órdenes reales con todo su peso y el calor insoportable de su bronce.
Existía, no obstante, un problema que el gran ingenio había podido solucionar: quedaba en la pierna del gigante una venita que si fuera alcanzada provocaría la muerte del guardián. No obstante, no sería fácil herir en este punto vulnerable, que estaba defendido por un mecanismo de protección cerrado con llave.
Satisfecho con la obra del dios, Minos regresó a Creta, llevándose consigo al gigante de bronce. Apenas llegó mandó apostarlo junto a las murallas y licenció a los vigilantes humanos.
Nadie osaba enfrentar la fuerza invencible de Talos. Ni intrusos ni fugitivos se aventuraban a trasponer los límites de Creta. La paz reinaba en la isla. Y el rey Minos cuidaba del gobierno con gran tranquilidad.
Hasta que un día llegó a Creta una mujer: Medea, la hechicera. Con sus mañas y encantos descubrió donde la vena fatal, abrió el mecanismo que la protegía y la desgarró. Así acabó con la seguridad de las murallas y puso término a la vida del gigante Talos, hijo u obra de Hefesto." (Versión de la Enciclopedia de Mitología Salvat)


domingo, 11 de marzo de 2018

CALCAS


Fresco del s. I d. C. procedente de la Casa del Poeta Trágico (Pompeya)
y conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Napoles: 

Odiseo y Diómedes traen a Ifigenia ante Calcas.
A la izquierda, junto a la estatuilla de Artemisa, Agamenón llora impotente.
SINOPSIS

Calcas (o Calcante) es considerado uno de los grandes adivinos de la mitología clásica, siendo relevante, sobre todo, durante el denominado Ciclo Troyano. Según la tradición era originario de Micenas o Megara e hijo de Testor y descendiente de Apolo, que le concedió el don de la profecía. Se decía que conocía el pasado, el presente e interpretaba el futuro por el vuelo de los pájaros. Elegido por los aqueos como adivino oficial para la expedición a Troya, predijo que la lucha sería larga; aconsejó el sacrificio de Ifigenia para aplacar la cólera de Artemisa y reveló que Ilión (Troya) no caería sin la presencia necesaria de Aquiles y Filotectes. Asimismo, fue quien le reveló a Odiseo donde Tetis ocultaba a Aquiles para que no lo llevasen a la guerra, recomendó a Agamenón devolver a Criseida a su padre y hasta habría sugerido la construcción del caballo hueco de madera. Una vez caída Ilión, fue a Colofón, en las costas de Jonia donde se topó con Mopso, adivino con quien compitió y que demostraría ser superior a él. Tal como le había profetizado un antiguo oráculo, Calcas encontraría la muerte cuando encontrase un adivino más hábil, motivo por el cual moriría tras este encuentro.

ADEMÁS

Si bien en alguna versión es Calcas quien aconseja la construcción del caballo de madera, en la más conocida es Odiseo quien es el gestor de esta idea.

Mopso, el adivino con quien rivaliza Calcas, es descendiente (nieto) de otro gran adivino: Tiresias.

Luego de observar cómo una serpiente subía a un árbol y devoraba a nueve pajarillos y su madre, Calcas pudo saber que la Guerra de Troya duraría diez años.

Sobre la rivalidad de Calcas y Mopso en un relato se cuenta que el rey de Licia se preparaba para una expedición guerrera. Mopso se pronunció en contra; Calcas, a favor. El rey fue derrotado, Mopso ganó prestigio y Calcas se suicidó.

En alguna versión, Calcas conocía por un oráculo el día de su muerte. Llegado el día, no obstante, al ver que no moría fue víctima de un ataque de risa, lo que le provocó una asfixia que terminaría por matarlo.

El don de la profecía fue entregado a Calcas por Apolo -así como este se lo otorgó también a Heleno y a Casandra.


sábado, 10 de marzo de 2018

¿QUÉ SON LOS CAMPOS ELÍSEOS?

Llegada de Goethe a los Campos Elíseos,
grabado del siglo XIX realizado por Franz Nadorp.
Los campos Elíseos eran una región de los Infiernos que, en un primer momento, estuvo reservada a la prole de los dioses; posteriormente se hizo extensivo a los favoritos de los dioses y a las almas que se consideraban justas. En oposición al Tártaro -que era un lugar donde las almas en penitencia eran castigadas por toda la eternidad- los campos Eliseos eran considerados un lugar de bienaventuranza, concordia y paz. Las almas de los muertos eran recibidas entre danzas, perfumes y paisajes encantados. 

El concepto es equivalente al de la Isla de los Bienaventurados.

En La Odisea encontramos esta mención a los Campos Elíseos:

"A tí no te está fijado por la divinidad, oh Melenao criado por Zeus, morir en Argos criadora de caballos y enfrentarte con el destino, sino que los inmortales te enviarán a la llanura elísea y a los límites de la tierra en donde está el rubio Radamantis; precisamente aquí tienen los hombres su modo de vida: no hay nieve, ni en efecto un fuerte invierno, ni lluvia nunca, sino que siempre Océano permite las ráfagas del Céfiro que sopla suavemente para refrescar a los hombres, puesto que tienes a Helena como esposa y eres yerno de Zeus."

                                                                                                                                       HOMERO, Odisea canto VI

ORFEO

Orfeo y la lira (1891) Franz Von Stuck
Orfeo es uno de los más conocidos personajes de la mitología griega. Destaca en el imaginario popular por sus dotes como músico y poeta. Se dice que con su canto podía domar a la naturaleza y fascinar animales, plantas e, incluso, hasta las piedras. De origen tracio, se le considera hijo de Eagro o del dios Apolo con una musa -esta podría ser Calíope, Polimnia o Urania, según diversas tradiciones-. Participó del viaje de los Argonautas. Con su arte, consiguió mover la nave Argo, paralizada por una fuerza misteriosa. Durante el viaje, asimismo, estimuló a los marineros con su música e impidió que oyeran el canto de las sirenas. Entre las leyendas relativas a Orfeo, la más célebre se refiere a su unión con Eurídice, el gran amor del artista. Cuando esta murió, su canto logró convencer a las divinidades del infierno de que esta volviese al mundo de los vivos. No obstante, debido a un error de último momento -el no haber resistido mirarla antes de salir del mundo de los muertos- impidió que consiguiese su cometido. Al regresar del mundo de las sombras, inconsolable por la pérdida de Euridice, Orfeo se puso a vagar por toda Grecia, llorando la muerte de su esposa. Se dice que muchas mujeres quedaron enamoradas de él, pero rechazó a todas. Las bacantes, enfurecidas por su desdén, lo despedazaron a orillas del río Hebro, en Tracia. Llevadas por las aguas, la cabeza y la lira del poeta fueron a dar a la isla de Lesbos, donde los habitantes del lugar o las Musas, según otra versión les dieron sepultura.



Orfeo y Euridice. Federico Cervelli

ADEMÁS: ALGUNOS DATOS ADICIONALES SOBRE ORFEO

Algunos especialistas le atribuyen la invención de la lira; para otros, solo perfeccionó este instrumento: él habría aumentado su número de cuerdas de siete a nueve, ya que este es el número de las musas.
El poeta Píndaro se refiere a Orfeo como "el padre de los cantos".

Mientras Orfeo estuvo en los Infiernos, consiguió que cesen las penurias de los condenados: Sísifo dejó de empujar su roca; la rueda de Ixión dejó de girar; Tántalo no sintió hambre ni sed; las Danaides interrumpieron su inútil tarea de llenar un barril sin fondo.


Según una versión recogida por Pausanias, Orfeo obligaba a los maridos de las mujeres de Tracia a que lo siguieran en sus viajes. Por eso, lo mataron luego de embriagarse con vino y, por ello, se estableció la costumbre de que los hombres salieran a combatir tras haber bebido.
Según una tradición, la tumba de Orfeo estaba en la embocadura del río Meles, en Asia Menor. Tras la muerte del poeta, una peste habría asolado a Tracia. El oráculo habría anunciado a la población que la calamidad era un castigo por el asesinato de Orfeo. Para librarse de ella, debían encontrar la cabeza el poeta y rendirle honras fúnebres. Al cabo de intensas búsquedas, unos pescadores hallaron la cabeza a orillas del río Meles.

Orfeo. Césare Gennari

Según una leyenda tesala, el oráculo de Baco afirmó que si las cenizas del poeta viesen la luz del sol, la ciudad de Léibhera, en Tesalia, donde se encontraban, sería devastada por un cerdo. Los habitantes de la zona no creyeron en la profecía. Pero una tarde verano, un pastor que dormía sobre la tumba del poeta se puso a cantar. Al oírlo, los campesinos abandonaron sus labores y corrieron hacia la tumba. La multitud acabó derribando las columnas del monumento y el sarcófago apareció. A la noche siguiente, una violenta tempestad cayó sobre la ciudad, lo que provocó el desborde del río Sys (cerdo en griego). Varias casas de Léibhera se hundieron bajo la furia de las aguas, cumpliendo así la profecía.

En el mundo griego, se consideraba a Orfeo no solamente como un personaje mítico, sino como a un autor literario real, de carne y hueso. Existen algunos cantos e himnos que son atribuidos a él (por ejemplo, la Argonáutica órfica).

No es un dato muy conocido, pero Orfeo, al parecer, practicaba las artes mágicas, en particular la astrología.

Según algunas versiones,  la lira de Orfeo fue transformada en constelación por Zeus o dedicada a Apolo.

Orfeo era venerado como inspirador de una religión que llevó su nombre: el orfismo.

viernes, 9 de marzo de 2018

¿QUÉ ERAN LOS ORÁCULOS?

Acrópolis de Delfos. Santuario dedicado
a Apolo  donde se encontraba
el famoso Oráculo de Delfos
La palabra oráculo posee varios sentidos en la antigua Grecia. El primero y más frecuente es el de asociar el término a la respuesta que ofrecía la divinidad ante una consulta formulada. Esta respuesta era dada por boca de un sacerdote, de la pitonisa o de la sibila. El término oráculo, no obstante, también designaba a los santuarios adonde se concurría a realizar las consultas. Así, por ejemplo, en Grecia fueron famosos los oráculos de Zeus en Dodona, en Elis, la gruta de Pisa y en Creta; los de Apolo en Delfos y en Delos; el de Esculapio en Epidauro; el de Baco en Anficlea, entre otros.

Cabe señalar, que la aceptación del oráculo era visto como una prueba de sumisión a los designios divinos. Una vez conocido el dictamen, el hombre debía actuar en función de lo dicho. Generalmente, los oráculos tendían a apaciguar a los hombres y evitar las violencias. Eran pedidos en épocas de paz, pero sobre todo en épocas de guerra así como para embarcarse en grandes empresas. Los romanos posteriormente asimilaron esta costumbre y también ofrecieron oráculos a través de la sibila.

domingo, 4 de marzo de 2018

¿EXISTIÓ EL DILUVIO EN LA MITOLOGÍA GRIEGA?

Deucalión y Pirra (1635) Giovanni María Bottala
El diluvio es el nombre con el que se conoce a la gran inundación universal que refieren la mayoría de religiones de Oriente y Occidente. Así, está presente en el relato bíblico, el Corán, la tradición china, en las narraciones de pueblos aborígenes de América e, incluso, en un relato sumerio bastante anterior a estos (la Epopeya de Gilgamesh). Aunque no se puede descartar el carácter alegórico de la narración, al parecer, esta idea  tendría su fundamento en el recuerdo de alguna catástrofe producida por inundaciones. En algunos casos, el diluvio aparece como un castigo divino a la maldad, vicios y el libertinaje al que se entregaban los hombres. En la mitología clásica, como era de suponerse, también este hecho es mencionado, siendo Deucalión -un equivalente del Noé hebreo- y Pirra, los únicos sobrevivientes humanos de las grandes lluvias que inundaron la Tierra.
Deucalión y Pirra. Andrea del Minga

sábado, 3 de marzo de 2018

LAOCOONTE

SINOPSIS

Laocoonte y sus hijos. Copia en mármol del siglo I a.C.
de un original en bronce del siglo III a. C.
Museo Plinio-Clementino. Ciudad del Vaticano
Nombre con el que se conocía al sacerdote de Apolo –o en otra versión de Poseidón- en Troya. Es hijo de Antenor, el anciano troyano, o según otra versión de Capis. Contrajo nupcias con la bella Antíope con quien tuvo dos hijos. Es famoso y recordado en la mitología por el hecho de haberse opuesto a la entrada de Troya del caballo de madera dejado por los aqueos. Pretendiendo demostrar que se trataba de un ardid arrojó una flecha contra la estatua. El impacto produjo un sonido hueco, pero sus compatriotas no le creyeron. En otra versión lo que arroja son palos con fuego. Sin embargo, en lo que todas las narraciones concuerdan es en que inmediatamente salieron del mar dos serpientes que fueron a enroscarse a los cuerpos de los hijos de Laocoonte. Este intentando salvarlos se lanza en contra de las bestias que terminan por matarlo a él y a sus hijos. Los troyanos vieron en esto un castigo de los dioses a la impiedad del sacerdote, que estaba rechazando el presunto ofrecimiento de paz de los griegos.



ADEMAS: ALGUNOS DATOS ADICIONALES SOBRE LAOCOONTE


  • La más famosa interpretación literaria de Laocoonte y sus hijos se encuentra en La Eneida.
  • La representación escultórica más famosa del personaje es un grupo conocido como Laocoonte y sus hijos, escultura en mármol que en la actualidad se encuentra en el Museo Vaticano. Es una copia del siglo I de un original en bronce del siglo III a.C.
  • Existe en la actualidad, un pequeño asteroide, el 3240, llamado Laocoonte en su honor.
  • Son varias las versiones que intentan explicar el castigo de Laocoonte. En algunas ocasiones se atribuye tal al hecho de que este había incumplido la prohibición de Apolo de casarse y tener hijos; en otras, se afirma que había profanado la imagen de Febo al unirse carnalmente delante de su imagen. La tradición más aceptada concuerda en que el castigo se debió al hecho de intentar destruir un regalo atribuido a una deidad.



APOLO Y DAFNE (MITO)


Apolo y Dafne (1622 aprox.) Lorenzo Bernini.
Galeria Borghese en Roma
Existía una hermosa ninfa solitaria que un día juró no pertenecer jamás a varón alguno. Su nombre era Dafne. Ella gustaba de pasear por los bosques, recogiendo frutos silvestres o tejiendo guirnaldas con las flores del campo.
Un día, la bella ninfa fue sorprendida por Apolo en un claro de bosque. El dios luminoso envuelto en la espesura de unas hojas escuchó su canto, observó su suave perfil recortarse contra el verdor de las plantas. Había quedado prendado de la hermosa criatura.
Al notar su presencia, la doncella abandona la guirnalda que estaba tejiendo y deja de cantar. De un salto se levanta e inmóvil por el susto, mientras busca con ojos aterrados un escondite a su alrededor.
Apolo y Dafne (1908)
John William Waterhouse

El dios se dirige hacia la ninfa: con encantadoras palabras pretende someterla, pero Dafne lo rechaza, no quiere oír falsas promesas de amor y aparta como puede las manos que se le acercan, procurando zafarse.
Entonces la ninfa se echa a correr. Suplica en su desesperación alguna ayuda divina, pero nadie parece responder a su llamado.
Apolo, dios de la luz y de las Artes, veloz en su precipitación no tarda en alcanzarla. Siente el suave perfume que exhala el cuerpo agitado de la ninfa, observa su rostro temeroso. Y sonríe.
Dafne ya no tiene escapatoria. Vuelve a pedir la ayuda de los dioses, pero esta vez alguien la oye. Es su padre, Ladón, el dios río. De inmediato, el cuerpo de la ninfa es cubierto por una corteza nudosa que se hace rígida y se tiñe de oscuro. Sus uñas delicadas se alargan en gajos y hojas multiplicados con mágica velocidad. Sus cabellos se transforman en un denso follaje. El cuerpo de Dafne queda convertido en un tronco, fijo en el mismo lugar en que comenzó a transformarse, con raíces hundidas en la tierra. La ninfa ahora permanece allí, inmóvil y silenciosa.
Apolo y Dafne (1615 aprox.) Francesco Albani

Apolo abraza tristemente al árbol que hace unos instantes fuera una ninfa. Llámala por su nombre, Dafne, que en griego significa laurel, y entre lágrimas declara que ese árbol será consagrado a su culto. Sus hojas serán destinadas a la purificación y guirnaldas tejidas con ellas servirán para coronar a los vencedores en artes, deportes y batallas.